Gerard Piqué es uno de los mejores centrales del mundo como futbolista y un padrazo con su hijo Milan, que nació en enero pasado. Piqué logró apaciguar el llanto desconsolado del niño tailandés que debía acompañarle en la salida del campo para el amistoso del Barça contra el XI de Tailandia de ayer miércoles en Bangkok (1-7).
El pequeño no podía controlar el llanto, por lo que Piqué, que le cuadriplicaba en estatura, se puso de cuclillas y comenzó a hablarle.
El chico estaba situado justo detrás del primero y que debía acompañar a Cesc, se metió en la conversación, se entiende que en inglés, mientras Fàbregas asistía a la escena con una sonrisa de oreja a oreja.
Las palabras de Piqué surtieron efecto y el chico se calmó, y caminaron hacia el centro del campo cogidos de la mano y con toda tranquilidad.
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